Trisquel

Dos shorts, una malla larga, dos pares de calcetines, un cortavientos, manguitos, gorra, buff, cubiertos, navaja, vaso, toallitas, frontal, saco de dormir, funda vivac, frontal, esterilla, costurero, crema solar, repelente mosquitos, vaselina, multivitamínico, vitamina B, vitamina C, BCAA en polvo, recuperador en monodosis , isotónico, betadine, tijeras,gasas, compeed, suero, aspirina, ibuprofeno, antigripal, caldero, infiernillo, sal, azúcar, mechero, café soluble, té, móvil, reloj, gps, barritas, geles… y una mochila…

Majos, guanches y sangre celta recorrerán, dentro de cuatro días, Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria en siete días, cargados con ocho kilogramos de peso sobre sus espaldas y dos piernas como medio de transporte a ritmo de zancadas trotonas, zancadas cansinas, zancadas caprinas, zancadas moribundas, zancadas.., al fin y al cabo.

Y tengo claro dos cosas:

-es una barbaridad lo que haré.

-es un hecho que lo intentaré.

Mi ilusión vendrá teñida de tres colores: blanco, amarillo y azul y sobre ellos un símbolo que lo dice todo y me lo da todo: el trisquel.

Con esa bandera como estandarte, surcaremos tierras quemadas por el sol, nos bañaremos en las cristalinas aguas del océano Atlántico, nuestras cansadas piernas atravesarán kilómetros de jable y subirán las encrespadas tierras de la tercera isla.

Nuestro rival, nosotros mismos.

Nuestra meta, nuestro sueño.

Nuestro escudo, el trisquel.

Un cóctel de sangre celta y canaria que rugirá al sol y se comerá los caminos a bocados.

El mecanismo está en marcha, la pintura de guerra está preparada.
Y como dice una canción:
las huellas del camino escribirán el principio y el final de una historia que ya es.

¡Adelante!