} .slideshow-container { width: 400px; height: 320px; background: #bb0000; border: 2px solid #bb0000; }

domingo, 28 de abril de 2013

Tris, tres, triskel

Con ese nombre (Triskel), me aventuré este fin de semana en mi primera incursión en el triathlon.
Eso sí, era una competición por equipos por lo que el tema "tri-disciplinar" se desvirtúa un poco..., aunque de esa forma un sábado de nervios y presión competitiva, se transforma en un juego de tres contra el mundo y un montón de risas y camaradería muy agradable.
Por descontado a mi me tocó el segmento de carrera. 10 kms.
Mi primera vez.
Jamás me había atrevido con esa corta distancia.
Debo admitir que el miedo y la cobardía podían conmigo cada vez que podría plantearme algo de ese estilo.
¿Correr al mismo ritmo durante x tiempo? ¿Lo más rápido que se pueda?
¡Uff!
Puedo subir varios miles de desnivel positivo  y recorrer los kilómetros que se pongan por delante sin temblarme el pulso, pero 10 kms...¡qué horror!
¡Y encima asfaltados!
Ja, ja ,ja....

Venga. Vamos allá. 
Primer segmento: 1500 m de natación. 
Natalia, deportista que goza del medio aquoso cual delfín. 
Le relaja y le motiva. 
Puede pasarse un entreno sin pensar en nada mientras observa el fondo del mar y se desplaza miles de metros.
Cientos de nadadores se sumergen en el agua y... ¡a sobrevivir se ha dicho!
Una pregunta: ¿por qué algo tan majestuoso como ver a cientos de nadadores  compitiendo al unísono, se convierte en una batalla campal? 
Puñetazos, gafas al fondo del mar, gorros arrancados de cuajo, manotazos a la cara ,a los hombros, a la espalda...¡ sálvese quien pueda! ¡al abordaje!
Misíón: que no te ahoguen y avanzar al mismo tiempo...
Hecho, los brazos del triskel salen del agua y Natalia corre en busca de la Juani... nuestra baza sobre ruedas.
Cambio muy rápido de chip y como un bólido, la bici con plato 52, arriesgándolo todo, sale a por 40 kms.
No tenemos referencias durante la carrera, pero estamos seguras que rebajará el tiempo estipulado. 
Es la Juani y rueda en casa.
Hecho, no falla, diez minutos antes...
Cuelga la bici, me agacho y le arranco la pulsera del chip para ponérmela yo.
Me toca. 
Sabemos que vamos las primeras de las chicas. 
(Una grata sorpresa porque nosotras hemos venido a otra cosa)
Los brazos y las ruedas del triskel lo han bordado y sin dejar de divertirse ni un instante.
Ahora la responsabilidad de no fallarles recaerá sobre mis piernas. Esas que nunca han corrido 10 kms...y sí 96...
Qué cosas...
Necesito correr como jamás lo he hecho, acostumbrada a los desniveles, a los cambios de ritmo y a mi correr relajado y de motor diesel, tendré que pasar a agonizar con una velocidad a la que nunca me he enfrentado.
Tengo miedo.
Los tiempos que estima mi entrenador me asustan. Desde que me los dijo me ha entrado el pánico...
No podría llegar a ellos. No me lo creo. Dudo mucho en lograrlo.
Me conformaré en correr como nunca. Y darlo todo.
La no confianza en mi velocidad, a estas alturas de temporada, hacen que mi actitud al salir a carrera se pierda en un mar de preguntas.
Veo a muchos corredores avanzar a velocidades parecidas a mi y corro, corro pensando en ese equipo y en mis sensaciones...
Tres vueltas a un circuito muy apetitoso y no del todo llano, tres pasadas por el estadio donde está toda mi gente y donde lograría los ritmos deseados durante todo el resto del recorrido.
Sé que voy primera y que no me ha adelantado nadie de relevos, hasta que veo en la última vuelta a una chica.., de equipo, que me adelanta...
La persigo a unos 50 metros, no puedo alcanzarla, me entran mareos si acelero...
Pierdo un poco la referencia del espacio hasta que logro centrarme y recupero. Decido seguirla para poder esprintar en el estadio y luchar por ese puesto (mis compañeras habían hecho su trabajo y yo debía exprimirme hasta el final).
Entramos en el estadio, me saludan unos amigos, veo a mi gente.., y me desconcentro...¡me olvido de mi objetivo de alcanzarla!
Corro mucho, adelanto a cinco de golpe por la calle exterior y continuo avanzando a meta sabiendo que ya he perdido a esa corredora, no tengo ni idea de dónde se ha metido ni me importa.., en realidad ya no puedo hacer mucho más.
Última recta y...subidón de adrenalina al ver a mis compañeras animando...
Cruzo meta, me aparto, corro hacia algún otro sitio ., me entran unas ganas horrorosas de vomitar... busco sombra y me tumbo.
No veo a nadie...ahora no puedo...
Me he vaciado.
No he sido lo rápida que había soñado.
Pero lo he dado todo.
En esta ocasión, no he podido más.
Estoy contenta.
¡Y hemos logrado el primer puesto!
Un regalo que no esperábamos pero que nos habíamos ganado a pulso...
El triskel con sus brazos, ruedas y piernas, había sudado para poder unir a un equipo de mujeres con ganas de disfrutar dándolo todo.

Podría haber sido más rápida, pero no mejor.
En esta ocasión no.
Pero habrá otras.
Y aprenderé a correr por ese medio asfaltado...y quien sabe...
...cuan rápidas pueden llegar a ser mis piernas...




jueves, 25 de abril de 2013

Como un galápago buscando el sol

Chis, chis, chas, chas… shhhhshhhh….
Mecha prendida…
Sonrío al pensar que ilusionarme es fácil…, es algo rutinario en mi vida, como el desayuno, como el salir de casa, como el abrazo que doy a la mañana, como mi foto asombrada a cada amanecer de mi vida desde hace un tiempo.
Me agradan las cosas pequeñas: tumbarme a observar qué se yo, la baba de un caracol por ejemplo, e imaginarme mil cosas mientras el bicho se escapa a la velocidad de un rayo (según el caracol, claro) de mi gigante presencia aterradora…
Me apasionan las cosas grandes: mirar hacia un lado y que me sorprenda un abrazo, o levantar la mirada y dejarme mojar por un día de tormenta mientras corro, o alargar el cuello y, cual galápago buscando el calor del sol, atisbar un horizonte borroso por la lejanía pero atrayente por el esfuerzo que conlleva hacerlo nítido…
Me sorprende que mis ilusiones ilusionen a otros, que sean razón para echarse unas risas, o para desternillarse de ellas, que impaciente mi ausencia de letras blogueras, que sea chispa para encender ilusiones ajenas…
La ilusión…
Caracol que se aterra al verme ilusionada por admirarlo, caminaré hacia la línea que marca el límite a lo desconocido cargada con una mochila llenita de pedacitos de ilusiones.
Y cuando el sendero se haga complicado, no sepa qué hacer o me sienta perdida, abriré la mochila que cargo….
Entonces,  la ilusión de mi amigo desgarrado por jugar a la bola me hará sonreír..., aquella que impulsa el corazón de mi amiga hacia una meta que hace un año se hacía imposible por problemas de salud, me dará fuerza para avanzar hacia adelante; la de mi consejera de lecturas imposibles que camina cada atardecer para engrandecer aún más una vida rica de pequeños detalles, llenará mi duda de abrazos; la de mi blog personal que esperará paciente para darme el empujón final y los que hagan falta formando ricos atardeceres lunares amortiguará mis caídas; la del renovado e ilusionado ser que vive conmigo me recordará que solo necesito su recuerdo para superarme, la de mi rizada amiga que insiste en hacerme creer que soy diferente a ella, mejor y más fuerte (sin darse cuenta que ella lo es mucho más) me hará sentir que es posible…
Todas esas ilusiones y otras muchas, serán más que suficientes para llegar casi sin darme cuenta hacia el objetivo final.
Solo espero y deseo que todos los lectores y amigos me lleven igualmente con ellos, por si sirven de algo algún día, los sentimientos escritos en este blog personal tan mío.., tan vuestro…


martes, 23 de abril de 2013

Descenso

Allá , muy , muy arriba, me encuentro parada, de pie, muy quieta, con los pies juntos y los brazos caídos.
Con un movimiento lento de cabeza dirijo mi vista hacia el abismo.., allá, muy, muy abajo, donde lo que se ve es minúsculo y lo que se intuye es lo que ya conozco: el suelo.
Da vértigo plantearse bajar, mi cuerpo se estremece pensándolo, y mi mente se confunde ante tal altura.
El regreso al nivel cero cuando has estado todo un año subiendo hasta alcanzar la cima de un sueño, se hace muy difícil.
La sensación de vacío al descender es apabullante.
No respiro.
Hueco.
La nada.
Silencio.
¿Qué hago aquí?
En medio de una calle llena de transeúntes me encuentro parada.
No transito. 
No sé hacia donde dirigir mis pasos.
¿Hacia delante?
¿Hacia los lados?
¿Hacia atrás?
Perdida.
...
Difícil despertar de un sueño...
Complicado volver a retomar la rutina.
...
Confusa y desorientada comencé a dar un paso.
Tras él llegó otro y el siguiente.
Y avancé.
Me pregunté si eso era lo que quería.
Y frené.
Me quedé quieta.
Hinché los pulmones de oxígeno.
Cerré los ojos y...
Lo vi claro.
Mi camino no es éste, a ras de suelo.
No me encuentro bien aquí.
Entonces, alcé la mirada hacia delante, en dirección a otra cima.
El horizonte está lejos pero puedo verlo.
Iré remando, llegaré a la otra orilla y subiré hasta allí...
Hasta mi nuevo sueño.
Captar la atención de la ilusión se hace difícil cuando ya la has asombrado hace bien poco...
Cuesta mucho encontrarse en un mundo plagado de rutinas cuando has sentido tanto y tan diferente.
Pero lo he logrado.
He regresado.
Con el ala partida, sin estar al cien por cien, pero con mi cuerpo dispuesto a mover el motor de la ilusión.
Esa que siempre ha movido mis piernas hacia un horizonte nuevo.
Ese que perturba constantemente mis sueños...




viernes, 12 de abril de 2013

En mi mundo

Semana de recuperación, de charlas, de mucho trabajo, de dedicarle tiempo ya desconocido a mi hija, a mi marido, reuniones, más charla, concentración, mucho cansancio por los kilómetros hechos y la falta de espacio temporal para recomponerse, molestias en rodillas, zonas tendinosas, alguna vértebra fuera de sitio, deltoides herido, escuchas de crónicas de carrera de tus compañeros, que si geles, que si contracturas, zonas escabrosamente técnicas, mala señalización, pérdidas, ritmos, barritas, avituallamientos, clasificación, mujer y deporte, reportajes en los medios, sueño , mucho sueño…
Un mundo lleno de detalles.
Series en cuestas, cuestas en serie, gimnasio, multisaltos, fartleck, carrera continua, zapatillas minimalistas, con amortiguación, pronadoras, supinadoras, neutras, geles líquidos (esos sí), viscosos (esos no), geles con cafeína (que si sí, que si no), mejor geles con guaraná (ja, ja) , o, ¡qué digo!, mejor geles de la marca x (se asimilan más rápido.., ¡tres milésimas de segundo más veloz que el de la marca j!), camisa con mangas , camiseta sin mangas, cortavientos ligero, frontal , ajuste de zapatillas clásico o no, calcetines cool max trail woman, calcetines cool max de compresión man, calcetines de dedos anti todo, perneras compresivas o de descanso, manguitos termo-reguladores de ilusiones, cinta del pelo, gorra con protección solar factor cincuenta, gafas anti vaho, anti goteras, anti moho…, pulsómetro, gps, tracks, desnivel acumulado, positivo, negativo , viento de cara, viento del oeste, lluvia, sol, cielo parcialmente cubierto, bikini o chubasquero, mochila o riñonera, bolsa de hidratación con boquilla de apertura fácil o “chupóptera”, botelleros termo , botellín de mano como el del ultra mega crack, lips labial, protector corporal, vaselina…uff...
Un mundo lleno de detalles.
Mujer corredora, hombres corredores, categorías, modalidades, grupos de edad para, de géneros para, equipos, clubes, federaciones…
Una distancia. Salida, recorrido y meta. ¿La misma para todos?. Seguro que sí. O no.., no estoy segura… ¿ Las chicas corren la misma carrera que los chicos? ¿Sí, verdad?
Chapó por mis compañeros masculinos que siempre quedan delante, chapó. Debe de ser por eso, por lo que son más importantes. Lo tengo claro. Además voy a enviar escrito al organismo oficial competente para que retiren de las notas de prensa y del ranking  las grandes victorias del atletismo femenino ya que.., si comparamos tiempos.., siempre están por detrás de los chicos…
Tendré que correr esa carrera que no recorremos cuando partimos de la línea de salida junto con nuestros amigos corredores … Es una carrera más larga.., más difícil… La meta es lograr un respeto hacia lo que hacemos por parte de muchos…, y ellos saben quienes son… Gastaré las mismas palabras hacia ellos que las que han gastado en la tercera clasificada, por ejemplo, de la última carrera: ninguna.
Un mundo de carreras, de montañas, de valles, de costa, de sensaciones, de sufrimiento, de asombro, de risas, de llantos, de sudor, de goce, de cansancio, de plenitud…
Un mundo lleno de detalles.
Mi mundo detallado…

miércoles, 10 de abril de 2013

Crónica de una carrera

Es mucho lo que debería agradecer, posiblemente no habría entrada bloguera que pudiese aglutinar suficientes palabras para expresar todo lo bueno que he recibido por parte de mi familia, mis amigos y mis conocidos durante estos días.
Ha sido asombroso.
El pasado sábado, por primera vez en mi vida, superé el eterno segundo puesto y subí el escalón que me faltaba: el primero.
Me ha costado lograrlo exactamente siete años, unas cuantas carreras, varias lesiones, muchas lecciones aprendidas a lo largo del camino y miles de kilómetros recorridos a pie.
¿Y es ese primer puesto lo que realmente he buscado a lo largo de todo este recorrido?
Rotundamente respondo que no.
No.
No.
No.
Es cierto que alguna vez he fantaseado ganando alguna carrera para las que me he preparado, supongo que es normal, un juego de niños...
Pero de ahí a convertirlo en prioridad u objetivo.., nada de nada.
...
Hace unos días recorrí mi isla tras 96 kms de carrera, tras haber llegado de Finlandia con 300 kms de nieve en mis piernas, tras la lesión que me impidió terminar y tras montones de dudas que hacían que llegar a la meta, fuese poco más que un sueño inalcanzable (siendo realistas).
Y si le sumamos a eso toda la presión social por la locura de hacerlo..., pues las apuestas subían como la espuma como yegua perdedora...
...
Cinco de la mañana, dos horas escasas de sueño, muchos nervios e incertidumbre y unas ganas locas de hacerlo.
Salimos.
Debo ser prudente, no puedo machacarme en los primeros quince kilómetros..., mis piernas no lo perdonarían en los restantes.
Subo.., subo.., subo.., corro. No puedo evitarlo.., corro.
No tengo nada que perder.
Si me apetece.., lo haré.
No caminaré lo que pueda correr. No reservaré nada.
Esta carrera.., será hasta donde me lo pida el cuerpo y de la forma que me aguanten mis piernas.
Corro.
Sufro mucho en las bajadas, mis rodillas acostumbradas a patinar se resienten. No estoy acostumbrada a ello y comienzan las dudas y el dolor.
Así durante 76 kms más....
¿Pero esto no es un ultramaratón?
Pues toca sufrir.
Corro.
Corro.
Sonrío al ver la primera cara amiga esperando mi paso. Ese gran abrazo y esos ojos asombrados me animan a continuar.
Corro.
Mi reloj me avisa que voy a un ritmo desconocido por mi en montaña y me freno. ¿Esto es demasiado rápido para mis molestias?
Dudo.
Decido.
Corro.
Corro.
La sonrisa que me encuentro en los siguientes avituallamientos me alegra el alma. Hasta ahora nadie me había esperado jamás en una de mis carreras y las circunstancias hicieron que otra gran amiga estuviese ahí con sus fotos, sus abrazos y sus miradas de admiración.
Hacía unas horas toda mi gente me tachaba de loca...
A mitad de carrera se hizo el silencio. 
Ya nadie podía decirme nada...
¿Y si lograba llegar?
...
Últimos kilómetros de extrema dureza, articularmente aguantando con el mismo dolor durante toda la carrera y mi mente desesperada por terminar.
Corro.
Corro.
Llego.
En la meta están esperándome.
Mi familia, mis amigos, todos están allí.
Jamás había tenido semejante recibimiento.
Me emociono.
Pero no por haber llegado y haber sido la primera fémina.
Eso ya lo había asumido hacía kilómetros.
Me emociono al recibir miradas de admiración y disculpas por haber dudado de mi...
Y yo digo:
Es normal dudar de lo que parece imposible.
En mi caso, con mis recientes lesiones y el esfuerzo hecho en Finlandia, recorrer 96 kilómetros se antojaba algo muy difícil de realizar.
Yo también dudé en todo momento.
Y por eso lo intenté.
Si lo hubiese tenido claro...
Si hubiese sabido que llegar era indudablemente un hecho...
No hubiese estado en la línea de salida.
...
Eso es lo que me atrae del camino...
La incertidumbre del destino...









jueves, 4 de abril de 2013

Por querer...me

Llamadas, mensajes, miradas.
Ninguna con tono alegre.
Todas con aire reprobador.
Muchas con miedo.
Y alguna con silencios.
Cantidad de preocupados consejos.
Nula fe ciega.
Es normal.
Ni yo puedo tener plena confianza en mis posibilidades.
¿Cómo hacerlo después de lo hecho?
Ya saben.., Finlandia, el frío, el estado de salud,  la lesión... y 300 kilómetros recorridos.
Ahora, a un mes de todo ello,  me embarco en un experimento personal, el de probar cuánto ha cambiado mi mente después de vivir lo sufrido en tierras nevadas.
Y nada tiene sentido común para mis amigos, mi familia, mis conocidos.
Pero todo se equilibra con mi intento de vivirlo.
Me calma el alma.
Me revoluciona el estómago.
Me hace palpitar el corazón a ritmo de zancadas enérgicas.
Y eso es sentir la vida como yo quiero y persigo continuamente.
De todas formas, gracias a todos por preocuparse tanto por mi.
Muchas gracias
Me emociona la cantidad de reprimendas que he recibido esta semana.
No se preocupen, de verdad, seré responsable y sabré parar cuando haya que parar.
Prometo no portarme como una cabra loca.
....Por lo menos no muy loca....


martes, 2 de abril de 2013

Mis sinrazones

Me gustaría dejar constancia en algún sitio, por ejemplo éste, de las razones que han hecho que me inscriba en un ultra de 95 kms a un mes de mi pasado reto de 300 kms en Finlandia, para que, cuando lo relea algún día, me dé cuenta de lo insensata que he sido (siendo coherente con los principios básicos de los deportes de ultraresistencia).
Es cierto que no es prudente lo que voy a hacer. Lo sé.
Pero.., ¿qué le digo yo a mi mente cuando mi cuerpo me pide que lo haga?
Y.., ¿qué le digo yo a mi cuerpo cuando mi mente me suplica intentarlo?
Dos cosas son muy claras:
La primera es que si no consigo llegar, algo más que probable debido a mi falta de entrenamiento específico y a mi reciente y presente lesión, mi interior podría sucumbir ante los tres intentos fallidos de los retos que este año me he planteado.
¿Lo podré soportar? ¿Cómo influenciará en mis futuras carreras?
Me la juego.
Y me gusta.
Siendo sincera, si no llego y me retiro, será muy curioso descubrir a mi mente luchar contra el fantasma del "fracaso" (aunque yo diga y piense que nada de lo que no consigo lo es). 
Será muy interesante.
La segunda es que si consigo cruzar la meta, un mundo nuevo se avecina para mi ya que seguiré cruzando límites sin saber muy bien hasta donde quiero llegar...
Pase lo que pase saldré ganando y por eso he apostado por mi.
Saldré a correr e intentaré cruzar de norte a sur,  la isla de los volcanes.
Y en un mes habré pasado de la blanca nieve a la negra lava...
¿Me quedaré congelada por no conseguirlo?
¿O me quemaré por intentar cruzar ese límite desconocido?
Ya se verá.., ya se verá...


lunes, 1 de abril de 2013

¿ Enajenación mental transitoria?

Locura, vamos.
Loca de remate…
Desatendiendo las "normas" físicas de la recuperación corporal tras un gran esfuerzo, con lesión incluida y rompiendo mis principios éticos, morales y todos los demás que se les ocurran, he enloquecido.
Y todo ello porque las ganas me desgarran el pecho…
Este sábado corro.
Y correré la prueba más larga en distancia que he recorrido nunca en un día.
Sin haber entrenado específicamente.
Sin subir cuestas calzando zapatillas desde hace muchos meses.
Sin haberme desplazado a pie más de dos horas seguidas en centenares de días.
Sin recuperarme del todo de la lesión.
Sin pensármelo dos veces.
¿La razón?
La tengo.
¿La necesidad?
La hay.
¿Las posibilidades de terminar?
Muy pocas.
¿Las dudas de cómo afectará para bien o para mal esta decisión?
Todas aclaradas, siendo totalmente responsable de las consecuencias.., para bien y para mal.
¿La presión “social” de aguantar las caras de sorpresa, el silencio recriminador o el posterior “lo sabía”?
Mucha.
¿Me afecta?
Lo más mínimo. Nada.
¿La locura?
96 kms. Sábado 6 de abril. 5 A.M.
Todo lo que vendrá después.., será una loca incógnita.