Se termina un verano intenso, restamos las horas de sol que ya no tiene la tarde, aprovechas los últimos baños antes del comienzo de un nuevo curso, del otoño, de tu rutina laboral...
Nos engulle el trajín de los padres y los uniformes, los libros, las actividades extraescolares; nos hace acelerar el paso el tráfico intenso de la mañana, las calles desiertas comienzan a poblarse de pasos rápidos dirigiéndose a alguna parte para que, una vez allí, seguir dando más y más pasos.
De hacer nada a hacerlo todo, y más.
De tener todo el tiempo del mundo a faltarle horas al reloj...
Y, además de todo los quehaceres obligatorios.., nos queda nuestra realización personal, claro.
No es suficiente para el ego buscarse la vida y organizar la de los demás.., no es suficiente...
Yo tengo claro lo que me queda por hacer, y es mucho.
Llegar a realizar el sueño finlandés requiere mucho entreno, muchas horas de dedicación y muchos momentos de hacer malabares con las agendas familiares...
Será duro.
Pero lo intentaré.
No hay marcha atrás.
Nunca la hay cuando la decisión es tan clara...
Ahora espero que la movilidad de la vida social, las idas y venidas de las obligaciones familiares, educativas y personales, no se mezclen creando un cóctel explosivo.
Eso será lo más duro.
Y yo.., de cócteles.., no entiendo nada...
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