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miércoles, 3 de octubre de 2012

Es divertido. Lo es.

Camino.
Camino sola.
Camino contigo.
Camino con ellos.
¿Por qué lo hago?
¿Por qué disfruto tanto?
Parece no tener sentido.
Es como si estuviese embriagada de sensaciones que no puedo reprimir y que se escapan en cada pisada, en cada avanzar...
Y no, no son los efectos de los geles, ni de ningún estimulante.
Es el efecto placentero del disfrutar por disfrutar.
Y en este caso no estoy sola en ésto, nada de eso.
¿Por qué vienes tú? ¿Por qué me acompañas?
¿La montaña te emborracha, te hace controlar tu futuro a cada paso, y eso te realiza como persona?
¿Hace que te quieras un poquito más porque eres tú el que dirige; si subes, si bajas, si paras o si continuas...?

Aquí estoy..., siendo muy feliz por lo que hago y por lo que intento conseguir.
Pero más contenta por saber que no estoy sola en esto, que somos muchos los que sonríen a la cumbre a pesar de las exigencias del recorrido.



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