Camino.
Camino sola.
Camino contigo.
Camino con ellos.
¿Por qué lo hago?
¿Por qué disfruto tanto?
Parece no tener sentido.
Es como si estuviese embriagada de sensaciones que no puedo reprimir y que se escapan en cada pisada, en cada avanzar...
Y no, no son los efectos de los geles, ni de ningún estimulante.
Es el efecto placentero del disfrutar por disfrutar.
Y en este caso no estoy sola en ésto, nada de eso.
¿Por qué vienes tú? ¿Por qué me acompañas?
¿La montaña te emborracha, te hace controlar tu futuro a cada paso, y eso te realiza como persona?
¿Hace que te quieras un poquito más porque eres tú el que dirige; si subes, si bajas, si paras o si continuas...?
Aquí estoy..., siendo muy feliz por lo que hago y por lo que intento conseguir.
Pero más contenta por saber que no estoy sola en esto, que somos muchos los que sonríen a la cumbre a pesar de las exigencias del recorrido.
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