} .slideshow-container { width: 400px; height: 320px; background: #bb0000; border: 2px solid #bb0000; }

martes, 4 de febrero de 2014

Yo voy.

Y en la cuenta atrás del comienzo de mi temporada de competiciones, otra entrada en el blog, a escasos once días de la Rovaniemi 150.
Ésta con palabras explicándome el porqué de elegir esta prueba.

Erase una vez, una corredora popular que tiene muy presente, cada día, los sueños de una niña que jugaba a ser campeona olímpica hace ya..., treinta años.
Es curioso como conservo la sensación y el hormigueo en mi cuerpo  cada vez que recuerdo esos cientos de horas jugando a lo mismo, día tras día, año tras año, canasta tras canasta…
Esa sensación es la que revivo cada vez que “me encuentra” una carrera.
Es ese cosquilleo, esa chispa..., esa emoción.
Así me decidí, tras un mensaje de mi sombra amiga comentándome un artículo en cierta revista especializada.
La chispa encendió mi cabeza y desde el minuto uno..., ya estaba inscrita.
He de decir que tengo mucho a mi favor ya que tengo la gran suerte de contar con una gran familia que está ahí, comprendiéndome, aguantándome y apoyándome (a pesar de tener a un futuro ironman en mi casa con más horas de entreno que yo y una niña que cada vez se adapta mejor a su vida entre dos padres locos por el deporte). Está claro que sin esta premisa..., mi inscripción estaría anulada desde el minuto dos.

Rovaniemi 150.
Finlandia.
Otra vez Finlandia.
Tras mi experiencia el año pasado en mi intento de cruzar el país de lado a lado sobre unos esquís (sin haber esquiado jamás)
Una aventura que terminó para mí en el kilómetro trescientos, a poco más de cien de la meta, por una lesión en el tobillo que me impidió llegar a ese horizonte blanco.
Una experiencia que me aterrorizó desde el comienzo de temporada y continuó haciéndolo en la nieve.
Miedo, tortura (no exagero), lágrimas, dolor... Apenas 20 minutos de disfrute esquiando durante 5 días…
Y…un año después..., vuelvo.
Con ese corazón infantil tirando a canasta vivo mi vida. 
Me niego a esconder y oprimir esa sensación.
Y a esa niña, cuando jugaba a “policías y ladrones” o a “indios y vaqueros” o a ser la jugadora que encestaba la canasta definitiva..., jamás le vencía el miedo.
Y yo, treinta años después, no quiero que Finlandia esté en mi recuerdo de esa forma “terrorífica”.
Me fui el año pasado con la sensación de no haberla disfrutado como se merece.
Todo el esfuerzo hecho no obtuvo la recompensa esperada.
Y por eso vuelvo.
Para vencer mis miedos.
Para correr, pararme y respirar en el Reino Helado.
Quiero atravesar la línea de meta.
Pero eso es algo que no puedo asegurar.
Eso sí, tengo la certeza de que esta vez, con los pies en la nieve, mi corazoncito sonreirá y dirá:
-Hemos vuelto Susana. Disfrutemos. Esta vez sí.


1 comentario :

  1. El "Ya voy" después de leerlo y sentirlo, se convierte en -Ya estás- al menos para unas seguidoras.

    ResponderEliminar