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lunes, 17 de febrero de 2014

Dos

Dos pulkas, dos sueños, cuatro piernas, una decisión: ir juntos.
Desde el principio de este reto nevado, tanto Sergio (mi Sombra alargada a partir de ahora) y yo, teníamos pensado en avanzar solos persiguiendo nuestra meta en Rovaniemi de la forma que hubiésemos decidido: al máximo de nuestras posibilidades, al límite de nuestras fuerzas, en busca de podio, buscando disfrute pausado...
No lo sabíamos.
No lo sabremos nunca ya que , después de una charla pausada y tras seis meses de entrenamiento conjunto casi no hubo estrategia de carrera que decidir. Estaba claro, no hubo dudas. 
Desde que mi Sombra lo planteó, yo creí, sin dudarlo, que sería genial avanzar juntas de nuevo en Finlandia.
No se pueden ni imaginar el grado de complicidad y el equipo que hemos formado en estos casi tres años de amistad.
Corremos juntas pero separadas. Es muy curioso.
Les contaré un detalle (uno de muchos):
Cuando corro apenas hablo. 
El año pasado, en cinco días y trescientos kilómetros de nieve recorrida apenas hablé diez minutos.
¿Se imaginan a alguien así como compañera de aventuras?
Así soy yo.
Cuando corro y el esfuerzo es grande, me sumerjo en un mundo muy mío, donde me concentro y..,no articulo palabra...
Y mi sombra acepta esa condición sin demasiado problema. 
Es cierto, que ha tenido que aprender a hablar sola...
Cuando un equipo "hace piña", es el equipo perfecto. 
Y yo tengo esa sensación con mi Sombra.
Sin duda ella tenía un objetivo que alcanzar.
Y sin dudarlo yo también lucharía por el mío.

La salida de la Rovaniemi150.
Nueve de la mañana.
Sin nervios, sólo una duda: ¿alcanzaríamos el tiempo del primer corte?
Comienza la carrera.
Primeras sensaciones tirando del pulka sobre la nieve. Al fin sobre nieve.
Es muy cómodo. 
Apenas pesa a pesar de los veinte kilos que llevamos (aunque el cuerpo nos recordaría más adelante que sí arrastrábamos de ese pequeño pulka demasiado pesado).
Habíamos decidido portar todos los "por sí acasos" posibles. La experiencia es un grado y nosotros no teníamos ni idea de lo que nos íbamos a encontrar.
Raquetas, botas overflow, clavos, zapatos de repuesto..., vamos un arsenal...
Corremos.
Al fin avanzamos.
Porohovi. Primer punto de control y primer objetivo conseguido.
Hemos arañado una hora sobre el cierre de control y eso era una tranquilidad.
¡Y estaba hablando!
Tenía muy claro que había venido a disfrutar y esa sería mi lucha.
Tras un par de horas más, las señales nos dirigen al primer bosque lapón, un pequeño sendero enrevesado, marcado entre delgados árboles donde el pulka se enredaba, chocaba, volcaba y todos los "abas" posibles, haciendo inútiles nuestros intentos de avanzar.
Qué frustrante...
Mis primeros esfuerzos y toda mi concentración para ese tramo.
Decir además que el ir enganchada al pulka con dos tubos rígidos de metro y medio, no ayudaba demasiado.
Cuando llegamos al lago.., creí ver el cielo.
Primer contratiempo superado (y esperando que no hubiese demasiados así)

¿Se imaginan avanzar sobre un paisaje muy, muy amplio y blanco a rabiar?
Así son los lagos en Finlandia. 
La apasionante tundra. 
Increíble.
Me quedo con ella. Sin duda. A pesar de que para muchos es insoportable recorrerla, kilómetro tras kilómetro con la sensación de que jamás terminará. 
Pero a mi me sobrecoge, me encanta.

Ciento cincuenta kilómetros de paisajes lapones, treinta y cuatro geles, cuatro bolsas de fuets y chorizos, dos comidas calientes (pollo y pasta, ternera y arroz), un mouse,media tableta de chocolate y aproximadamente catorce litros de agua con sales.
Quizás esta carrera no sea mucho más dura que cualquiera de los ultramaratones consagrados, pero el gasto energético es tal que tenía sensación de hambre cada veinte minutos. Asombroso.
El recorrido iba siendo marcado por nuestros pulkas y nuestras pisadas. Todo marchaba bien.
Y a las cinco de la tarde.., llegó la oscuridad.
Me gusta la noche.
Y recorrer bosques nevados sola es alucinante.
Los tramos donde no tenía a nadie a la vista fueron de sensaciones extrañas. Me venía a la mente, demasiado a menudo a mi parecer, mi paso por Finlandia el año anterior, como prediciendo algo...
Es cierto que enseguida giraba la cabeza y me concentraba en atisbar algún reno.., que jamás llegó, a pesar de las múltiples huellas en el camino...
En fin, en otra ocasión será...

En la noche llegaron los primeros síntomas de cansancio y el haber decidido parar a dormir un poco en el kilómetro setenta no ayudó demasiado.
Parecía que no avanzaba...
Los ritmos de carrera son tan lentos que se hacen tediosos, insoportables por momentos. Pensar que veinte kilómetros serían casi siete horas contando las paradas para rellenar los botelleros e hidratarnos es algo fácil de contar y escribir, pero difícil de vivir...
Cuando el ansiado setenta llegó, nos encontramos con Julián y Álvaro, dos compañeros españoles fantásticos avituallándose. Julián, que vive en Rovaniemi y ha trabajado en la carrera en años anteriores nos recomienda para dormir el kilómetro 79 porque allí hay un pequeño refugio más acogedor .
Decidimos avanzar nueve más.
¿Qué pueden ser nueve kilómetros? No mucho...
Pues ese "no mucho" se convirtió en una cuesta con el "nada cómodo" estado de la nieve que pisaríamos el resto de carrera.
Un infierno.
Pero todo tiene su fin.
Y el avituallamiento donde dormiríamos fue un momentazo para enmarcar. 
Sentados sobre pieles de reno, alrededor de un confortable fuego en un tipo de cabaña circular de madera, donde secamos nuestra ropa, cenamos, vi el alcance de mis llagas y el comienzo de mi reacción al sudor en mi piel, donde compartimos un rico café y donde una amable voluntaria nos acompañó a otra cabaña donde podríamos dormir.
Cincuenta minutos de gloria para embestir la segunda parte de carrera.
Faltaban 71 kilómetros.
El descanso hizo su efecto durante los nueve kilómetros siguientes, muy duros en la llana Finlandia...o eso es lo que dicen.., porque lo que hemos tenido que subir y bajar..., no tiene nada de llano...en mi humilde opinión ...
A las cinco de la mañana sucumbí al sueño.
Caminaba dormida.
La nieve que cayó durante unas horas hacía que cerrase los ojos y mi sueño era tal que sólo me despertaba el cambio de nieve que pisaba al irme hacia los lados.
El silencio llegó.
Ya no hablaría más hasta las diez de la mañana.
Horas duras.
Pero todo, lo malo y lo bueno, pasa.
Sólo había que ser paciente.
Llagas, dolor de espalda, rodilla tocada, piel enrabietada...
Todo iba según el plan previsto.
Y aunque sabía que era una posibilidad, lloré como una niña cuando me asomé al abismo de ver la meta cerca y la posibilidad de no atravesarla más cerca todavía...
Un lloro de mucha lágrima que quitó presión a mi inflamado cuerpo y alivió un poco mis pensamientos.
Paso a paso.
Zancada a zancada.
Avanzando.
A 34 del final sabía que ya estaba muy cerca.  
¡A once horas!
Ja, ja, ja...
Pero sabía que lo conseguiría.
Sólo pensarlo hacía que volviese a llorar.
Quise llamar por teléfono para informar, pero el solo hecho de imaginar lo que iba a decir, hacía que las lágrimas brotasen y se convierten en granizo al saltar de mi cara.
Cuántas sensaciones concentradas con el esfuerzo...

La llegada al 140 fue agónica. 
Parecía no llegar nunca...
Y, en mi desespero, decidí terminar cuanto antes e ir en busca del último lago ya.
No quería más nieve blanda...
Me enrabieté con el recorrido, con sus subidas, sus bajadas, con el lento paso de los kilómetros ...
Corrí, corrí hasta reventar, solté todo lo que tenía guardado.
Mi sombra me seguía callado.
Alcanzamos a Álvaro (Julián abandonaría en el 115), lo sobrepasamos, alcanzamos a dos italianos a los que no les gustó mucho nuestra presencia, llegamos al avituallamiento ansiado y vimos al otro español en carrera. 
Registramos nuestro paso. Nada más. No hubo parada.
Corrimos. Corrimos.
Sólo una pregunta de mi sombra: ¿a qué estamos jugando Susana?
Sólo una respuesta: quiero llegar ya y quiero entrar antes que esos cuatro hombres que hemos dejado atrás.
Nunca me ha importado demasiado luchar por una clasificación. 
Pero tras tanto esfuerzo, quería gastar las fuerzas que creía agotadas.
Los italianos intentaron darnos alcance. El juego de luces mirando hacia atrás fue divertido.
Corría lo máximo que podía y contaba cien. Caminaba a mi máximo y contaba otras cien.
Así hasta que perdimos las luces en los diez últimos kilómetros interminables de lago.
Divertido final.
Cuando llegamos al hotel, kilómetro 151 y meta, nos esperaba la organización para quitarnos el dorsal, registrar la llegada, hacernos la foto, darme el premio por ser la primera clasifica, darnos agua, 
bocata, devolvernos el dinero de la fianza...

En cinco minutos estábamos despachados.
Y en dos minutos nuestro cuerpo hizo off.
No podía caminar, mis rodillas estaban inflamadas, mi piel muy irritada, mis pies un poema.
Ducha y caí rendida...
Y fue ahí exactamente durante los tres segundos que tardé en dormirme.., cuando supe que no estaba soñando.
Rovaniemi150 no era un sueño.
Lo había hecho realidad.

Y les diré algo:
Esta aventura parecerá la odisea que cada una de las mentes lectoras dibujen. 
Pero me gustaría dejar claro que los sueños personales, los grandes retos, se consiguen trabajando poco a poco, esforzándose, sufriendo y disfrutando, dudando, llorando, luchando...
No hay detrás superhéroes .., hay personas obstinadas que tienen en sus bolsillos muchos fracasos y unos pocos logros.
Y mis bolsillos.., ahora mismo...están llenos de todo eso y mucho más.

Ha sido impresionante compartir mi aventura helada con ustedes.
Gracias a todos y cada una de las ilusiones recibidas.

Hoy, martes 18 de febrero ya tengo la mente.., descongelada. 
En once días continuaré descubriendo hasta dónde se puede llegar por un sueño.
125 kms. Transgrancanaria.






6 comentarios :

  1. Fantástica esa manera tuya de vivir el esfuerzo. Aunque no lo creas, cada palabra plasmada en tu blog, cala bastante.





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  2. Todo esfuerzo tiene su recompensa y tu lo has superado con creces campeona!!!! ENHORABUENA SUSANA!!!!

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  3. estas son las cosas que se que no haré nunca, pero me encanta haberlo leído. Un amigo de Álvaro.

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  4. Enhorabuena y una crónica sensacional!! M quedo con las palabras últimas referidas a los sueños personales,los grandes retos...con tu permiso las escribiré en mi Facebook nombrandote.Un saludo José Luis Np

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  5. Susana...un gran chapeaux y un gran abrazo.Simplemente tremenda...me sacaste una lagrima...espero verte pronto para poder darte el abrazo en persona...impresionante sueño logrado...a por el siguiente.

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  6. ¡Enhorabuena Susana! Llevo tiempo leyendo en silencio este blog y la hazaña que has conseguido es lo más parecido a lo que antaño conseguían algunos: ser los primeros en llegar donde otros fracasaron.
    Todo ese sacrificio que has hecho ha tenido su recompensa y lo más importante es que has disfrutado.
    Fantástica crónica de una aventura, de las que no se cansa uno de leer.
    La 3ª foto, en el lago helado, es espectacular.

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