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lunes, 3 de marzo de 2014

Una palabra, un sueño.

Desde las tres de la mañana del sábado, hora en la que atravesé la meta, he estado intentando buscar un sustantivo que pudiese describir mi experiencia en la Transgrancanaria 2014.
Por mucho que buscaba y rebuscaba, por mucho que ordenase mis sensaciones, experiencia, dolores, risas, esfuerzo, agonía y disfrute no encontraba esa palabra que pudiese ayudarme a transmitir una idea de lo vivido.
Son las seis de la mañana del lunes, he abierto los ojos de golpe, me he despertado teniéndola conmigo. Tengo las siete letras buscadas.
Esa palabra resume lo que ha sido para mi la Trans más difícil de la historia de esta ya mítica Ultra.
Dudo mucho que exista una prueba tan completa, técnicamente hablando, en el mundo. Personalmente creo que con el nuevo recorrido, los factores climáticos previos a la prueba (lluvia y nieve) y el tiempo del día de carrera, la Trans ha apabullado a cada uno de los tres mil participantes de cada una de las categorías.
Yo he tenido la sensación de aventura, he tenido momentos de asombro por dónde y cómo estaba avanzando: saltos de agua, caminos embarrados, subidas prácticamente verticales, escaleras hacia el cielo, pueblos esculpidos en la montaña con calles empedradas cuesta abajo/cuesta arriba donde pensaba que sería duro ser niño allí e ir a hacer los recados sin calles para descansar las piernas en un suave paseo silbando hacia el supermercado.., interminables caminos hacia abajo, trozos de infierno para las ya cansadas piernas y pedazos de paraíso concentrados en ciento veinticinco kilómetros de puro y duro trail.
Quizás para algunos esté exagerando, pero cada una de las palabras que he escrito las he masticado previamente. No quería sobrepasarme ni quedarme corta. 
Esto es lo que pienso.
Lo que he vivido, se lo cuento ahora:
Doce de la noche, zona norte de Gran Canaria, una suave brisa marina y una débil lluvia nos da el pistoletazo de salida, atrás dejamos la música, las risas y la multitud que se ha reunido con ganas de vivir un ratito el espíritu de las grandes competiciones y darnos gramos del ánimo que tanto nos haría falta en las horas siguientes.
No he podido dormir las horas previas, el miedo y la inseguridad de no saber cómo reaccionaría mi cuerpo ante las embestidas del perfil de carrera me tenían muy nerviosa, más que nunca.
Comienzo a avanzar.., a subir 1200 metros de desnivel en apenas doce kilómetros...
Les comentaré un pequeño detalle para que se hagan una idea. Hay míticas pruebas en el mundo que salvan 8500 metros de desnivel positivo en sus ciento sesenta kilómetros. La Transgrancanaria concentra sus 8700 de subidas en los primeros ochenta y dos kilómetros. 
Bestia, muy bestia.
Subo.
Se respiran los nervios en los participantes, colas interminables de gente avanzando en un silencio increíble, arriba, hacia arriba, paso a paso, subimos.
Me gusta lo que siento. El obligado ritmo de la multitud hace que avance despacio y me dé tiempo de soltar el lastre que llevo encima. Todos los miedos los voy dejando atrás. No quiero peso extra. Necesito conseguir que todo vaya lo mejor posible.
Horas nocturnas que esquivo con varios amagos de sueño, mareos en busca de cama, minutos de mucho frío y viento gélido, dudas con el material elegido al sentir principio de hipotermia, fallos orgánicos avisándome que no sería un día perfecto para ingerir geles y asimilar el esfuerzo fácilmente, jadeos de impresión por lo espectacular del camino haciéndome sentir como a mí me gusta : como en un juego de niños.
Aunque esta vez jugaba a la guerra. Y la batalla sería difícil de ganar.
Con la noche llegó el día y un amanecer en la cumbre isleña.
Con el amanecer , el día, con el día más kilómetros, más esfuerzo, más paisaje, más zancadas a ritmos varios, risas, charlas y dolores. 
Ya estaban presentes hacia unas horas. Ellos me acompañarían el resto de carrera. Pero estaba segura que, si eran esos mis compañeros y no otros, no serían un obstáculo para alcanzar mi segundo sueño.
Estaba donde quería estar y como a mi me gusta vivirlo, en un cóctel de sensaciones fuertes.
Dejo atrás a los primeros compañeros que abandonan su intento de ultramaratón, adelanto a participantes zombies y sufriendo mucho, quejas de la dureza del recorrido llegan a mis oídos con mi respuesta invariable que hago que llegue a los oídos del herido: esto es vivir un ultra a lo grande, ni dibujando en papel el recorrido, ni dibujando el sol, la lluvia, el viento, las piedras y el barro al antojo del artista, hubiese salido una acuarela mejor que lo que estábamos viviendo nosotros.
Pasan las horas. Soy muy consciente del ritmo que debo seguir para tener las máximas garantías de llegar al sur. Ahora sé que me faltan muchas horas para ello.
Avanzo jugando con el tiempo de corte de carrera. No miro el tiempo hacia delante, lo miro hacia atrás. Las puertas se cierran para los compañeros que están a mis espaldas, a apenas unas horas de mi y que no logran avanzar al ritmo más lento impuesto por la organización.
Recibo los primeros apoyos de mi gente. Están aquí. Por primera vez me siguen en carrera. Verles me alegra. Al fin pueden verme y no escucharme. Necesitaba que ellos pudiesen sentirme en la montaña y no en meta como la mayoría de las veces.
Para mi hija voy demasiado lenta, nos reímos de sus comentarios ya que para ella esto no es una carrera..,¡es una caminata!
"Mamá el primero ya llegó, ¡¿cómo que te faltan trece horas más?!". Ja, ja, ja...
Grande lo que ha podido mascar mi hija en esta experiencia. Su perspectiva es la que es, pero estoy segura que a partir de ahora sabrá a lo que juega su madre cuando sale de casa para correr.
Tras horas de intenso calor llego al kilómetro 82. Parada para cambio de ropa y comida caliente.
Mi organismo no quiere comer con normalidad. Bebo caldo e intento ingerir pasta pero se me hace difícil.
Hago mis cálculos para estimar la hora de llegada y decido dormir veinte minutos. La noche se hará larga y llevo demasiadas horas seguidas despierta.
Duermo, abro los ojos y de nuevo en carrera.
42 últimos kilómetros. Los más difíciles. Bajamos.
Falta menos para todo. Menos metros, menos fuerza...
Queda más para mucho. Más dolores, más cansancio...
Me informan que mi futura compañera de sueños para Lavaredo está a media hora de mi, avanzando en su modalidad de 84 kilómetros sufriendo dolores fuertes en las rodillas.
Sería lindo poder alcanzarla y terminar juntas la aventura, como preámbulo a nuestro futuro sueño italiano.
El último tramo técnico de carrera es una bajada terrible que no imaginé ni en mis peores pesadillas que culmino con un abrazo recuperador, agradecido y reconfortante. Mi entrenador y compañero de aventuras acaba de llegar de viaje y se ha incorporado al equipo de alentadores y emocionados seguidores.
Qué paciencia han tenido.., cuánto me han dado. Un lujo y un placer vivir con ellos esta experiencia.
17 kilómetros para meta. Mi cuerpo ha dicho no.
No más correr, no más disfrute. Fin.
Off.
Avanzo lentamente y con dolor en todo mi cuerpo. 
Y sabía que faltaban todavía varias horas más.
Duro, difícil.
Me duermo.
Último aliento y últimos ánimos que me reconfortan un par de minutos, los suficientes para despertarme y dar el último empujón.
A dos kilómetros escucho mi nombre. Es ella.
Nos hemos encontrado. Nuestros sueños se mezclan para llegar juntas. A partir de ahora soñaremos en la misma historia.
Dos mil metros de charla y resumen de carrera. El dolor se hace muy presente en ella . El mío parece que se disipa al respirar la meta.
Al fin la meta. 
Más amigos esperan en la playa.
Abrazos y felicitaciones.
Mis abrazos de agradecimiento y admiración por la espera.
Llego.
Llegamos.
Arco de meta. 
Lo cruzo...
Sueño dos, sueño dos...
Hecho.
¡Lo he conseguido!
...
Se nubla todo. 
Ya no puedo más.
Cierro los ojos...sueño.
...
Despierto. Son las once de la mañana.
Apenas cinco horas de descanso.
Me apuro para llegar a la entrega de trofeos.
Llego tarde.
Mi podio, mi único podio que posiblemente consiga en una grande como la Trans, se queda vacío por cinco minutos.
Ja, ja, ja.
¡No llegué al tiempo de corte protocolario!
Un detalle más para sumar al esfuerzo que he tenido que hacer para lograr este segundo objetivo.
Un sueño loco y complicado.
Un sueño conseguido paso a paso, al ritmo de mi pasión por sentirme viva.
Ahora.., sin ser consciente de lo que realmente he logrado, necesito quitarme las miles de agujetas que traladran mi cuerpo para continuar...
Continuar soñando...
Hoy, lunes cuatro de marzo me he despertado con la palabra que lo resume todo de esta experiencia. 
Y esa palabra es:
"Bestial"




10 comentarios :

  1. Felicidades!!!!! Gran Cronica!!!

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    1. gran campeona!!!, yo hice la de 84k y era mi primera experiencia en la trans, desde luego es muy dura.
      todos los finisher son unos maquinas!!!

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  2. Susana, de nuevo los pelos de punta!!! gracias.

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  3. Los pelos como pinchos de tuneras, que diría un amigo... Susana, lo has vuelto a hacer... una vez más, has vuelto a emocionarme con tu crónica... Qué grande eres! Enhorabuena titana!

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  4. Enhorabuena Susana, buenísima tu crónica y felicidades por tus retos conseguidos!! Muy grande!!

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  5. Me encantó tu crónica!Yo me estrené en la modalidad de Maratón, y fue muy dura, por la orografía del terreno y el calor, y eso que lleevo 13 años viviendo aquí...Enhorabuena y muchas felicidades por conseguir tu reto!!!

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  6. Enhorabuena! Me has hecho recordar emociones de la carrera y eso que yo me conformé con los 44! Sois unos bestias!:p

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  7. Enhorabuena! Me has hecho recordar emociones de la carrera y eso que yo me conformé con los 44! Sois unos bestias!:p

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  8. Tu crónica es un zoom que nos acerca tus emociones y experiencias ultrahumanas de forma impresionante, admirable y respetable. Nena

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  9. Emocionante....yo vivi la adcanced con la misma intensidad ...pero lo tuyo es realmente bestial!!!

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