¿Qué es lo que te hace seguir?
¿Qué es lo que te hace continuar cuando la duda te acecha y la “malagana”
te puede?
¿Cuánto de fácil es salir de un estado de ánimo no propicio para poder
continuar con la lucha por tu objetivo?
Me siento.
Me calzo las zapatillas.
Salgo de casa.
Camino hacia la montaña pensando, respirando.
En la ladera me paro.
Me siento.
Siento.
Miro mi horizonte lejano, ese que tanto me relaja, ese que tanto me
hace sentir.
El horizonte que lo mueve todo en mi vida estando ahí, tan lejos, sin
moverse ni un centímetro.
Respiro.
¿Por qué luchar de esta forma por algo tan poco trascendental para los que me
rodean?
¿Por qué tengo que esforzarme tanto y trabajarlo tan duro?
Quizás ustedes no me entiendan…quizás crean que lo duro es el entrenar,
el hacer series, el arrastrar un trineo, el levantar cargas, el correr y correr…
Lo duro, para mí, es plantearme un objetivo (ese que me hace hervir el
estómago y chispear el corazón) y meterlo en la vida de una, en la rutina,
equilibrándolo con ella sin desatender todo el resto de mi existencia.
Siento sentada, mirando la línea que dirige mi vida.
Me enfrento a muchas sensaciones: unas malas, otras buenas, unas bien
resueltas, otras fatalmente dirigidas, las hay que me hacer sonreír, las hay
que me hacen llorar…
Todas ellas son parte de un juego: vivir.
El desenlace se hace complicado adivinarlo.
Eso sí, la lucha es la que es.
Continuaré en la batalla.
¿Y quién no?
No se puede dar marcha atrás.
Cuando uno decide, avanza.
Respiro.
Me levanto.
Observo mi horizonte.
….Y continúo dirigiéndome hacia él....
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